domingo, 7 de noviembre de 2010

Mi milky modorra



Ya alguna vez relaté el origen de mi amor por mi milky, y aquel inolvidable primer encuentro, pero hoy cómo tengo una leve crisis de escritor, quiero empezar un ejercicio de desoxidación con ésta declaración de amor (mil veces declarada ya) hacía mi westie de peluche... de carne y hueso.

Yo amo a mi milky cómo ya muchos han de saber, la abrazo hasta sacarle el aire cada que puedo, le beso los ojillos por las madrugadas y le doy golosinas cuando me mira con sus almendritas penetrantes delineadas naturalmente y llenas de largas pestañas blancas. Es mi Milky sólo mía y nada más que mía.



Ella me encuentra muy interesante tal vez, por que cada que llegó del trabajo o de la escuela me mira curiosamente por la ventana, que da del patio al comedor, y mueve la cola insistentemente. Cuando me agacho para acomodar su cama en su casa de labrador, toma impulso desde donde esté parada y corre cómo alma que lleva el diablo hasta arrojarme sus patas delanteras sobre la espalda. Cuando le doy de comer brinca emocionadamente hasta cuatro veces su estatura promedio, un secreto debo contar... ama la comida para gato XD es un perro con desorden de personalidad, cómo su servidora.



En la casa su andar es desgarbado, brincotea en una patita trasera sabrá Dios por que, pero cuando salimos a dar un paseo, se pone derechita cómo perrito de concurso y el brincoteo espontáneo se acaba milagrosamente, levanta la colita y hasta para correr en las avenidas es elegante y preciosamente tierna.


Cuando era una linda cachorrita de 3 meses, llegó a casa y desde entonces fue feliz conmigo, yo la abrazaba la cargaba la quise desde que la vi tan pequeñita y robustita. Ya sabía subir las escaleras pero le tenia cierto recelo a las alturas no se acercaba mucho a los bordes del segundo piso. Siempre con su mirada inteligente y audaz.


Esa primera noche en casa tenía miedo de estar sola, pero tenía que estarlo. A la mañana siguiente me desperté muy temprano para verla y ya estaba haciendo desastre ella solita, me vió y empezó a chillarme. como rogandome para que me le acercara, brincó (o escaló mejor dicho) los obstaculos que le habiamos puesto para que no pasara de la sala, la cargué y me puse a ver la televisión mientras se tranquilizaba, estaba toda feliz, siempre ha sido un perrito muy feliz y alegre.

Cuando cabía en mi regazo la mantenía ahí hasta que se quedaba profundamente dormida, era tan pequeñita, blanca y suave, entre sus sueños movía las patitas. Era mi bebé, y lo sigue siendo.

Cuando eramos niños, en mi casa siempre había perros, Akitas para ser precisos, eran grandes e imponentes, cariñosos pero un poco más fuertes, no inspiraban mucha ternura pero si mucho amor. Eran dos, se llamaban Gimie y Holkan, pareja de esposos caninos, se amaban, se cuidaban y se extrañaban. Dejamos de tener a ambos hasta mi adolescencia, así llegó Milky a mi casa y a mi vida, yo siempre amante de los perros, yo con ganas de tener una mascota pequeña pero fuerte y vivir mi fantasía del Mago de OZ yo Dorita ella mi terrier Totó.


Milky es inteligente, la más inteligente que hemos tenido cómo dice mi papá, siempre alerta siempre vivaz, fiel, juguetona, hiperactiva, tragona, panzona y bella. Le gusta que le sobe la pancita, que le agarre el pelito de la frente y le haga una trenza francesa, que le acomode las orejas picuditas y que le dé abrazos apretujados.

Antes de tenerla yo creía que no poseía ese instinto maternal del que tanto hablan, de todos modos nunca he pensado seriamente en tener hijos, no es ni mi mayor sueño ni lo descarto del todo tengo una actitud neutral respecto a ese tema, pero cuando conocí a Milky algo en mi renació o se despertó, quise algo más que a mi misma, quise a un pequeño ser vivo que respiraba cómo yo, que piensa, que siente dolor, frío y calor. Reconocí que me gusta cuidarla cuando se enferma, que me gusta tener la responsabilidad de alimentarla y bañarla. Cuando conocí a Milky me hice cómo su mamá, aunque sé que los perros nunca deben cubrir esa falta de cariño en las personas, el Dr. Millan (el encantador de perros para los televindentes) dice que no debemos ver a los perros cómo otro ser humano que viene a cubrir nuestras carencias, ellos son perros, nosotros somos humanos, ellos son las mascotas, nosotros somos el amo. Pero con mi modorris redescubrí que me puedo preocupar por algo más, puedo tener una responsabilidad y ser capaz de no dejarla morir.



En una película de Sandra Bulock, donde es alcoholica, decide entrar a rehab, en esos famosos progamas estadounidenses (por que dudo que en México existan si no es Oceanica) de 40 días y 40 noches de desintoxicación, entonces ahí dicen que si te puedes hacer cargo de una planta y de una mascota sin dejarlos morir, puedes hacerte cargo de ti mismo, yo ya tengo la planta y la mascota que aún no mueren, la planta va a cumplir un año y está verde cómo lechuga fresca (hasta su abonito le puse) y mi Milky en diciembre cumple 9 añitos. De cualquier modo mi mamá, papá y hermano me han ayudado a mantenerla alimentada y limpia, pero ha sido muy bonito tenerla en casa en estos años de juventud y aprendizaje (para mi más que para ella).




Los perros son los mejores amigos de los humanos, mi Milky es mi mejor amiga, mi bebé y mi amor animal eterno, mueve la cola cuando le muevo las cejitas en plan coqueton, mueve la cola cuando le sonreimos, me ve con ojitos tristes cuando lloro, se sienta en mi pie cuando estoy sentada en el sillón o hace cómo gato y se retuerce entre las rodillas, se mete en pequeños huecos de la casa, come mango, corre como stitch, no le gusta el platano, levanta la patita cuando pone atención, quiere estar en la manada cuando hay visitas, es buena con los niños pero no los ama y corre hacía mi para salvarla cuando la quieren tocar.

Es una buena perrita inteligente, no sé si tengamos una canción de amor, creo que no, a veces todas las canciones que cantamos en la ducha las componemos con su nombre entre líneas.

Cuando pienso en cosas serias, pienso que hay dos seres que han llegado a mi vida cuando menos lo esperaba, me han enseñado a ver la vida de distintas maneras, y son dos seres que no pertenecen a ningún lazo familiar consanguíneo ni político, uno de esos dos seres es un individuo del tipo humano de sexo masculino que conozco desde hace unos 5 años, y el otro ser es Milky, mi más grande anhelo es poder salir a caminar con esos dos seres a mi lado y hablar (con ambos) de lo mucho que los quiero y de lo mucho que me han enseñado.


Gracias a ellos cambié de hábitos, de formas de pensar, de vivir y de querer, mi Milky me ha enseñado a ser cariñosa con los de su especie y con los de la mía, me ha enseñado a amar sin condiciones, me ha mostrado la belleza en su más pura definición y me ha observado cómo yo la observo a ella.

Quiero a mi modorra consentida, la quiero de aquí hasta la última estrella del derramamiento lechoso de la vía láctea!!! la querré 4ever and ever!!! =D

Me siento cómo en la película Antes del atardecer cuando la pareja va al departamento de ella y entonces ella encuentra a su gato en las escaleras, empieza a hablar de las características de su minino y al final lo abraza con mucho cariño y termina la escena rematando con un profundo y sincero -ayyyy amo a mi gato!!- yo así estoy, me encontré a mi perrita en el patio de mi casa, empecé a enumerar sus características y termino rematando con un -ayyyy amo a mi Milky!!!

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