martes, 31 de agosto de 2010

El milagro de la Virgen

Hoy sucedió algo impresionante en mi vida, que desciende de una cadena de cosas impresionantes que me han sucedido ultimamente en mi viaje constante hacia la investigación de una tesis que veía sin fin y que recientemente va cobrando una linda forma y un hermoso destino.

Me explico, hace casi dos años empecé, cómo final (para unos cruel, para otros difícil y para muchos más doloroso) de todo estudiante de algún grado académico, a buscar un tema para investigar y poder plantear en una medianamente buena tesis,y con ello lograr la tan anhelada titulación, a esto se agregó una serie de sucesos maravillosos que ya tuve tiempo de relatar en su momento.

Entonces elegí un tema, giraba en torno a la historia de género, la historia de la imprenta en México, la Historia de las mujeres en esa imprenta Novohispana, para finalmente caer en una sola mujer: Feliciana Ruiz, heredera, impresora, viuda y tal vez la única oficial de imprenta. Así empezó la aventura para terminar en un milagro que hoy no puedo creer. Se trata de una aparición de la Virgen y no de esas en las que cierta mañana nublada, en bata y chanclas, mientras preparaba hot cakes, en la sartén de repente vi una imagen mariana y hoy en día mi casa se convirtió en un templo para adorar esa imagen de cochambre, sí entre cierras los ojos y giras la cabeza 90° logras ver cómo la virgen derrama una lágrima silenciosa por culpa de nuestros pecados mortales, no es nada de eso, es algo a mi parecer, más humanista, más bibliofilo por supuesto y sí, de cierto modo más poético.

Me encontraba yo, a principios de este año en un archivo de la Ciudad de México con una de mis mejores amigas de la facultad, estábamos las dos emocionadas y nerviosas de encontrar nueva información que aportar a la humanidad, ahí sentadas en silencio cada quien con su cada cual (libro), releyendo a duras penas, en eso... detrás de mi oí un gritillo de emoción que me asustó, y vi que solo era M emocionada por haber encontrado algo que no creía que estuviera ahí, yo seguí en lo mío sin encontrar nada aún, entonces, de repente di vuelta a una hoja, y era eso... con esas letras... con Juan heredando todo a su nieta Feliciana, y ver eso, ahí ese testigo de aquello que pasó hace más de 300 años, entre mis manos simplemente me hizo llorar.

Regresé a ese archivo apenas el mes pasado, esta vez regresé sola, y seguí en la transcripción del mismo fragmento, acabé, y en ese libro no había nada más para mí, en ese viaje busqué a Santa Rosa de Lima en la Catedral Metropolitana y cómo ya dije, no la encontré.

A la semana siguiente regresé, antes de entrar al Archivo fui a buscar a Santa Rosa de Lima de nuevo, ya sabía donde la iba a encontrar, y si, estaba ahí donde andaba San Felipe. Por mi segundo día de buena cosecha investigadora, le dí su respectiva donación del meritito corazón, antes de saber lo que iba a encontrar en un futuro muy cercano...(el detalle de este relato merece otro post). Una vez en el Archivo ya que había terminado con ese primer libro traté de probar mi suerte, busqué en el libro siguiente, más flaco, un año menos viejo. Busqué, busqué, busqué, y nada hasta que de repente justo al dar la vuelta a la hoja lo primero que vi en la siguiente fue esto:

me quedé cómo diría mi amiga Janis: cómo estúpida!!, un par de minutos tal vez, sin reacción, y ahí estaba el fragmento de rompecabezas que embonaba perfecto en el primer hallazgo. Me puse nerviosa,entre que ya me cerraban el archivo y entre que quería sacar fotos pero no me dejaban, así que salí huyendo de ahí, toda emocionada.

Así seguí hasta mi tercera visita, la semana pasada justo el 26 de agosto, y no sé si haya sido la casualidad o el destino, pero el documento que esta vez me tocaba transcribir se había hecho y firmado En la ciudad de Mexico a veinte y seis dias del mes de agosto de mil seicientos y setenta y cinco años ante mi el escribano real..., preguntenle a Dios por qué hace esas cosas, a mi no por que me vuelvo a quedar con cara de estúpida ante semejante túnel del tiempo.

Ese día después de mi cosecha me fui a una esquina del Centro Histórico muy bella en la que se supone se instaló la primera imprenta de América

de ahí me pase al Franz Mayer a descubrir unos muebles de la vieja escuela de la Bauhaus, entre algunos encantos novohispanos, comí un plátano en la fuente del Franz Mayer y regresé a mi casa contenta y cansada.

Desgraciadamente no tengo una foto de mi misma comiendo ese plátano, pero juro que no fue nada del otro mundo, con el túnel del tiempo tuve suficiente.

No sé si fue ese mismo día o al día siguiente, pero por fin pude descubrir dónde encontraré el futuro de mi imprenta familiar, pasado y futuro se entrelazaron a lo largo de esa semana.

Llegamos al día de hoy, bueno y al día de mi concepción quizá, digo esto por que desde que tengo uso de razón no crecí en una familia muy católica, sin embargo viviamos en una colonia 100% guadalupana, mis papás se casaron en esa iglesia Guadalupe del Moral, mi hermano fue bautizado ahí, yo fui bautizada ahí, mis primos, bueno casi toda la familia por alguna u otra razón tuvo una misa ahí.

Al crecer hicimos ahí la primera comunión y nos empezamos a involucrar con las actividades de la parroquia, que si la mamá iba a los cursos de padres de familia, que si en navidad nos llevaban a la pastorela, que si entrabamos al coro de niños cantores del Moral, que si mi tía se iba a casar y mi hermano cantaba el Ave María, que si acá y que si allá. A mi me daba miedo escuchar la misa en la que se hablaba del apocalipsis (en casi todas), o más bien me daba miedo que hablaran del fin del mundo (que creo que apocalipsis quiere decir fin del mundo ¿verdad?). Así que mejor no saber de esas cosas que dan miedo cuando uno es niño por que después el trauma queda de por vida.

Llegamos al día de hoy vuelvo a repetir, hoy que ya en la facultad volví a ver esos temas del fin del mundo que la iglesia tanto le gusta recalcar en nuestras memorias desde muy pequeños, pero desde otros puntos de vista, la filosofía, las creencias del novohispano, la catequesis para los indios, los libros de horas para las señoritas, los dibujos irlandeses de los manuscritos tan bellos y elaborados del medioevo, etc.

Todo eso me llevó al Arte Mexicano, y a mi reencuentro con el guadalupanismo, una gran maestra nos habló de la imagen de la Virgen de Guadalupe, y por fin la vi tan bonita, tan dulce, con una composición tan equilibrada y exquisita, que me pregunté: ¿Por qué no te había visto tan bonita antes?, será por que era una niña y me gustaban las imágenes del niño Jesús, no las de la Virgen, y ya crecí y ahora entiendo las cuestiones femeninas de la Nueva España, y en la virgen y en Santa Rosa de Lima (primera Santa Novohispana)a mi parecer se puede resumir esos roles de la mujer en México, santa, religiosa, devota, pura, casta, o así se decía que tenía que ser. Cualquiera que sea lo que me haya dicho esa imágen, o lo que me haya dicho mi maestra que me conmovió tanto, me hizo fan de la guadalupana, de su imágen, bonita, colorida, tierna, sin ser madre aún pero con el vientre abultado por la concepción (divina cómo se dice por ahí, pero llena de harto amor!!).

La Guadalupe no le quita nada a las virgenes de rostro de porcelana de Murillo o de Rafael. En fin ya me salió aquí una poesía a la maternidad, y a la feminidad, que sé que al rato yo misma me voy a refutar hablando de la Historia de género y de las mujeres defendiendo su derecho a escribir cómo Virginia Wolf, pero mientras los barrocos mexicanos y los libros de Historia del Arte ya me llenaron el alma de hermosas mujeres panzoncitas volando por los aires.

Ahora mi aparición, y no la del sartén, hace poco recorté esta imágen de una revista de decoración, y aquí anda rondando por mi habitación, entre más la veo más me gusta.

Entonces hoy justamente vine a confirmar algo que ya presentía, que sigo desempleada por que esa oferta de empleo que tanto esperaba no se pudo dar, por lo pronto aún no. Dije bueno, ya que ando de peregrinación semanal, en una de esas voy y le dejo un listoncito a San Judas Tadeo pa que me haga el milagrito de darme un trabajo decente, y después empece a pensar que a San Judas ni le he dedicado un post como a San Jorge, mi bello caballero en jinete, o cómo a mi recién descubierta Santa Rosa de Lima. Que la verdad sí me voy a ver bien convenenciera por que de buenas a primeras ya soy ferviente admiradora de San Judas ¿¿no?? y eso no me pareció ético, ser fan de unos santos y de repente querer a otros, no eso no se hace, o le eres fiel desde el principio o nomás no empieces a molestarlos justo cuando estas bien desesperado.

Me auto flagele mentalmente por infiel, y ya que se trataba de un milagrito Bibliotecario estaba dispuesta a pedírselo a San Jorge, pero entonces vi a mi virgencita, recordé la Inmaculada Concepción y pensé: -¿mi maestra nos dijo que la Guadalupana era una Inmaculada Concepción?- (cosa que ultimamente me obsesiona un poco, eso de las Concepciones divinas e inmaculadas, creo que también merece un post a parte) y busqué qué tenía para mi Wikipedia en cuanto a la Virgencita, cosa que me llevó a preguntarme en qué año se le había aparecido a Juan Diego, puesto que ando con eso de contextualizar al S.XVII y encontré lo siguiente:
"La tradición católica cree que la aparición de la imagen de la Virgen de Guadalupe fue en el año 1531, diez años después de la caída de México-Tenochtitlan en manos de los españoles (aunque sólo hay documentos de esta aparición hasta el siguiente siglo , el XVII). Esta fecha aparece registrada en el Nican mopohua, uno de los capítulos que integran el Huei tlamahuizoltica, obra en lengua náhuatl escrita por Luis Lasso de la Vega y que la tradición atribuyó al indígena Antonio Valeriano(...)"
y así cómo la vida, wikipedia te lleva de una cosa a otra, y me pregunté -¿Qué es Nican mopohua? ¿Un libro impreso o un códice?- y entonces le di click a Nican mopohua y me dejé envolver en su lectura:
"Nican mopohua es el nombre con el que se conoce ampliamente el relato en náhuatl de las apariciones marianas de la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac, al norte de la actual Ciudad de México. Nican mopohua (que puede traducirse como Aquí se narra) son en realidad las dos primeras palabras de este relato cuya autoría es de Antonio Valeriano.

El Nican Mopohua está contenido en un libro más amplio, el Huey tlamahuiçoltica o El Gran Suceso. El título de esta obra en realidad es Huei tlamahuizoltica omone(...)" y mi lectura perfecta de nahuatl se vió interrumpida por que cómo buen ente visual que soy me deje llevar por la imágen que presenta Wikipedia del dichoso libro, una imagen de la virgen, en tinta negra, de nuevo el dialogo interno vino a mi -Ahhhh pero si ahí dice quien lo imprimió- claro un buen historiador de libro antiguo no se puede perdonar no saber leer pies de imprenta... y aquí llegó el milagro:

!!!!!!!!!!!!JUAN RUIZ!!!!!!!!!!!!!!!
Impresso con licencia en MEXICO: en la Imprenta de Juan Ruyz, el mismisimo abuelo de Feliciana Ruiz, digánme sí esto no es un milagro, entonces yo no sé que es, o por lo menos es lo más parecido a un milagro que jamás me haya pasado. No sé si haya sido la casualidad o el destino, pero yo creo que la virgen me habló y tuve una revelación Bibliográfica, y de nuevo me quedé cómo estúpida ante los entrelazados de la vida cotidiana de una pobre estudiante que sólo se quiere titular en paz y le salen al paso semejantes revelaciones celestiales, y todo esto se puede escuchar cómo sarcasmo o burla por que suelo ser así, pero esta vez estoy hablando en serio.

Ahora haré una promesa en secreto, y tal vez me verán la proxima semana tratando de llegar a la Basílica de Guadalupe, por que mis papás como malos mexicanos que son nunca me llevaron en un estado de madurez tal que ahora pueda recordarlo. Según cuenta mi mamá a mi hermano y a mi nos llevó recien terminada la cuarentena de parto que suelen guardar las mamás, ahí bebesitos de cuarenta días de nacidos nos llevó, por que mi abuelita así le enseñó a darle gracias por que tanto ella cómo nosotros salimos bien del "alumbramiento". Hoy claro no lo recuerdo, pero al paso que voy de mi fé devota, capaz que me inscribo a una de esas peregrinaciones mortales a pie o en bicicleta, a falta de Santiago de Compostela...

No, eso de la peregrinación si fue broma, lo de Santiago de Compostela... no, ni lo de mi fé devota, pero a mi modo veré que puedo ofrecerle a mis santos patronos de documentos antiguos, mientras les seguiré pidiendo una fé de bautismo de mediados del S.VXII, un acta de defunción y una de matrimonio, y el empleo Bibliotecológico... ese seguiré buscandolo o tal vez se lo encargue a San Jorge ya que anda en esas de salvar damiselas en peligro.

La vanidad quedará para otros años y para otras vitaminas, por que igual que la princesa de San Jorge cortaré uno de mis elegantes rizos y lo regalaré.


Nota: hay una conicidencia más en este relato, histórica pero cierta, tanto San Felipe de Jesús, Santa Rosa de Lima y La Virgen de Guadalupe, fueron los primeros patronos de América. San Felipe de Jesús fue el primer Santo Mexicano, canonizado en 1862 y beatificado en 1627, Santa Rosa de Lima la primera santa Americana canonizada en 1671, y La Virgen de Guadalupe donde la tradición dice que se aparece en 1531 (antes de que llegúe la imprenta a México) pero se empieza a celebrar o adorar hasta mediados de 1600. Santos patronos vuelvo a decir de mis documentos del S.XVII. =)

1 comentario:

Jorge dijo...

Hola. Recién leo lo que escribiste de la publicación de la Imprenta de Juan Ruyz. Sabes de casualidad en que años estuvo en activo esa imprenta ? Es decir , está el Huey que comentas de 1649 pero desde que fecha se instaló su imprenta ? Muchjas gracias por tu pronta respuesta. Atte Jorge Betancourt