sábado, 21 de marzo de 2009

Historia de una ardilla.



Hace poco platicando con Janis recordé un fragmento de mi infancia y a la vez recordé fragmentos relacionados con el animalito del que se ocupa este post: la ardilla.

Recorriendo Google encontré que las ardillas son en su mayoría pertenecientes a la familia de los "Sciuridae" cosa que me interesó ya que la palabra ardilla (aquellas que tienen la cola larga)en inglés es "squirrel", no dudo que se trate de una simple coincidencia, lo que si es coincidencia es que desde que tengo uso de memoria me gustan las ardillas, y desde que tengo uso de memoria en inglés, me gusta pronunciar y escuchar la palabra squirrel.

Las ardillas me encantan, recuerdo muchas historias sobre ardillas en las que he sido fiel testigo. Cuando éramos pequeños, mi hermano y yo teníamos una litera en nuestra humilde habitación, en ella jugábamos a ser ardillas que paseaban alegremente por su árbol, nos atorábamos un pedazo de tela en la parte trasera del pantalón y con eso nos sentíamos en personaje ardillesco, esa tela simulaba ser una cola esponjosa y peluda; a veces mi hermano quería ser una ardilla voladora y brincaba directamente de la parte más alta de la litera hacia la cama de mis padres, yo simplemente no tenía el valor de ser una ardilla voladora, entonces me dedicaba a arreglar mi madriguera y recolectar ricas nueces.

En cierto verano de no recuerdo que año mi mamá y una tía se dispusieron a entretenernos (a mi hermano, primas y una servidora) durante lo que éste durara con salidas diarias (o casi diarias) a lugares divertidos y geniales. De hecho es uno de los mejores veranos que recuerdo, fuimos a parques, albercas, museos, entre otros. Precisamente en esa época del año suele llover mucho entonces nos mojamos hasta los calzones, pero fuimos los más felices del mundo. En aquellos días visitamos el hermoso bosque de Chapultepec donde, además de los cientos de visitantes, hay miles de ardillas de diversos colores y pelajes, algunas (como las definiría el menso de mi hermano) son tan feas que parecen zombies y otras (como las definiría yo) son mas bellas que ninguna creatura de este planeta. El convivir con los seres humanos las ha llevado a ser pacíficas y cero tímidas, eso si, es casi imposibles atraparlas; son muy listas y a veces medio convencieras. En esa ocasión de ocio total, mi mamá llevó un melón para comer en el picnic de la tarde, cual fue nuestra sorpresa que al dejar los restos de las semillas en el pasto una ardillita llegó y se las comió, abriéndolas con tal destreza que de inmediato quedamos prendados de su astucia; así pasamos el día observando ardillas de colores, contemplándolas subir y bajar de los árboles, haciendo extraños enlaces de parentesco y catalogándolas de acuerdo a colores y formas. Ese día será para recordarlo eternamente.



Años más tarde (10 tal vez) regresé a Chapultepec, pero no precisamente al bosque, sino que en esta ocasión iba con la finalidad de visitar el Castillo-Museo de Historia Nacional, como sabrán Chapultepec es el lugar favoritos para dominguear de los capitalinos así que los puestos de garnachas, frituras, raspados y demás comidas poco saludables pero si muy baratas se encuentran en abundancia. Yo estaba en uno de esos puestos y en eso me sorprendió una bella y curiosa ardillita que me observaba detenidamente (tal vez atraída por el olor), no oculte mi emoción y le dije a mi madre: -Mira!!!! qué bonita!!!!- este animalito al ver mi emoción no se alteró ni retrocedió sino que se acercó un poco más deteniendo su mirada perspicaz en mis churritos fritos, parecía un perro adiestrado que espera su premio tras haber hecho algo bien, mi mamá inmediatamente me dijo:-Quiere que le des de comer-, pero yo no le dí nada, ¿que tal que por andar ahí de acomedida la salsa picante le hacía daño al borde de la muerte? y yo iba a cargar sobre mis hombros la culpa de dejar huérfanas a sus jóvenes hijitas. Así que le dije (más bien pensé) -Ve y busca una nuez nutritiva, pequeña, los churritos no son para ti y tu estomago de mamífero y roedor-, así que no la alimenté, además de que me dio la sensación de que tienen bien estudiada la mirada de ternura para propiciar que los turistas las alimenten gratuitamente, pero yo no caí en su trampa y seguí adelante.



El año pasado cuando fui a Zacatecas con los historiadores, visitamos la mina del Edén, para llegar hasta allá teníamos que subir 200 millones de escalones ya que Zacatecas es una ciudad construida en medio de un cerro entonces sus desniveles son fascinantes pero a la vez cansadísimos. A punto de llegar a la cima y casi sin aliento nos encontramos con una carretera, vacía por el momento, pero con una curiosa situación: una ardilla en medio de ella buscando quien sabe que cosa pero ahí parada y en un mini segundo después corriendo velozmente para perderse en la maleza, y otra vez yo:-Miren!!!! una ardilla!!!- claro que esta vez nadie vio a la ardilla y nadie me escuchó. Hay un individuo que siempre se refiere a las ardillas, pero haciendo un uso y significado completamente diferente de la palabra, que en ese momento no andaba cerca de mí, más tarde lo encontré y le platiqué mi anécdota, mi encuentro cercano con la ardilla zacatecana, le dije que estaba muy bonita y que había pasado como un rayo delante de nuestros ojos, él me contesto:-Si las ardillas suelen ser guapas-, no sé si se refería a los roedores de los que yo hablaba, o como siempre, hablaba en doble sentido como suele hacerlo.



Mi papá suele platicar que cierto día de camino a algún lugar, pasaba por una carretera sinuosa y rodeada de vegetación boscosa, y que en ese momento vio a una ardilla pelirroja que se paraba justo en medio del camino, mi papá suele manejar muy rápido, y decidió no frenar, que si atropellaba a la ardilla pues ya ni modo por que tal vez era muy tarde para detenerse, entonces cuenta sorprendido que al mirar por el retrovisor no vio a la ardilla hecha filete, sino que ésta simplemente se agachó, para pasar justamente debajo del auto, y corrió a un lugar seguro. Mi padre describe que la ardilla era muy bonita y de un pelaje naranja que brillaba bellamente, se alegra de no haberla matado, y yo también me alegro.



Las imégenes que he usado para este post no le hacen mucha justicia a la belleza de su pelaje, es mejor verlas en vivo. =)

En resumen, amo a las ardillas, sean roedores locuaces o no, que digan que transmiten enfermedades me da igual, a mi me seguirán gustando. Si infestan el Bosque de Chapultepec no me interesa, lo contaminamos y lo destruimos más nosotros con la basura que no recogemos. Lo mas seguro es que ellas llevan más tiempo poblando la ciudad que el que llevamos nosotros.

Ardillitas sean felices y coman muchas nueces!!!!

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